El término loop es un préstamo lingüístico del idioma
inglés que, en el ambiente de la música, consiste
en uno o varios samples sincronizados que ocupan uno o varios compases musicales exactos y son
reproducidos a modo de enlazamiento en secuencia, una vez tras otra, dando sensación de continuidad.
Una y otra vez.
Repetir, copiar, pegar.
Durante mucho
tiempo, el dial y las radios argentinas fueron un loop. Una copia repetida,
incansablemente, de modelos funcionales al poder o al mercado: dos palabras que
poco tienen que ver con la comunicación concebida como un derecho humano.
El proceso de
construcción de la frontera, tan indefinida, en la dicotomía dial/loop tiene
una larga data y varios culpables. Desde la caída de Perón, las disposiciones de
la dictadura militar de 1957 se encargaron de conformar un esquema
televisivo/radial reinado por la iniciativa privada y de la mano de ésta, de
explotación comercial. De aquí, el proceso pasa por otra dictadura, la del
horror, la peor. El 24 de marzo de 1976 comenzó la
dictadura más atroz de nuestro país, dictadura que controló el poder, la vida,
la muerte y los medios de comunicación. El
15 DE SEPTIEMBRE DE 1980 se firmó el decreto 22. 285. Así, la dictadura militar
selló la regulación de la radio y la televisión que, además, debió brindar la
colaboración necesaria a favor de la seguridad nacional. Sólo pudieron tener
licencia quienes tenían fines de lucro, y esos permisos se renovaron,
automáticamente, por quince años con la posibilidad de ser prorrogados por diez
años más. La Ley de
Radiodifusión decretó que los canales de televisión existentes fueran manejados
por las fuerzas armadas y el artículo 96 de la misma citó que el Comité Federal
de Radiodifusión fuera dirigido por los Comandos en Jefe y la CIDE.
Todo
lo que siguió es historia conocida y, sobre todo, jamás olvidada.
Tras
las elecciones presidenciales de 1983, nuestro país comenzó un nuevo período
democrático de la mano del radical Raúl Alfonsín. Una de las primeras medidas
adoptadas, dentro del marco de las comunicaciones, fue la intervención del
Comité Federal de Radiodifusión. En 1984 se suspendieron las entregas de
licencias de televisión y radio que habían empezado a rodar con la Dictadura. Durante
el gobierno de Alfonsín, muchos fueron los proyectos que dieron vueltas por el
Congreso para la modificación de la Ley pero,
lamentablemente, y a pesar del impulso del Presidente para que esta modificación
se lograra, no se avanzó demasiado.
En
el año 1989, asumió la presidencia Carlos Menem. Durante su gobierno,
caracterizado por un modelo neoliberal, se inició la era de la privatización en
la Argentina, de la que, por supuesto, los medios de comunicación no estarían exentos.
Nos encontramos, de esta manera, frente al nacimiento de los grandes grupos
mediáticos y a la concentración del poder en pocas manos. Repetir, copiar,
pegar. Este mismo año se decreta la ley 23.696, ley de Reforma del Estado. Ésta
modificó aquellos artículos de la ley 22285/80 que prohibían la formación de
grupos multimedios, ya que los poseedores de medios gráficos no podían ser, a
la vez, dueños de medios de radiodifusión. Lo primero que se hizo fue llamar a
licitación, a través de un decreto, para la privatización de los canales 11 y
13 de Buenos Aires. Así, Atlántida (socio del grupo TELEFE) y Clarín (socio de
ARTEAR) se hicieron poseedores de estos canales, ingresando, también, al
negocio televisivo. El único canal estatal que sobreviviría a estos cambios
sería el 7 ATC.
Gracias
al Tratado de Promoción y Protección recíproca de inversiones con Estados Unidos
firmado en 1991, ingresaron capitales extranjeros a los medios argentinos. Con
todo esto, quedó claro que la comunicación para el menemismo era un negocio. La
concentración y la extranjerización de medios aumentaron cada vez más y, la mayoría, lo hizo por fuera de la ley.
Meses
antes de finalizar su gobierno, Menem firmó un Nuevo Decreto de Necesidad y
Urgencia, el cual modificó la ley de radiodifusión, permitiendo hasta 24
licencias por persona o grupo. Habilitó cadenas permanentes y eliminó el límite
de tiempo de publicidad por hora y autorizó la transferencia de licencias.
En
1999 asumió al gobierno Fernando De la Rúa quien suspendió las licencias
tiradas a la marchanta en los últimos segundos del gobierno de Menen. Gran
parte de estas licencias quedaron en manos del Grupo Clarín. Durante los
siguientes dos años de gobierno, De la Rúa no logró presentar ningún proyecto
para derogar la ley de radiodifusión de la dictadura o las reformas menemistas.
Se fue en helicóptero y con él, una vez más, nuestras esperanzas de una nueva
ley de radiodifusión democrática.
Luego
de las cacerolas y de la revuelta popular en 2002, asumió el gobierno Eduardo
Duhalde. Durante su corta presidencia, Duhalde persiguió a las radios sin fines
de lucro que, como siempre, reclamaron el libre ejercicio de su legalidad.
En
el 2003 obtuvo la presidencia Néstor Kirchner y los 21 puntos (que serían
presentados en el año 2004) comenzaron a tomar forma en manos de organizaciones
sociales vinculadas a la comunicación y a los derechos humanos.
En el 2005, se declaró inconstitucional el artículo 45 de la ley dictatorial, gracias a la presentación realizada por la radio comunitaria La Ranchada de Córdoba. Así, las entidades sin fines de lucro comenzaron a tener licencias de radiodifusión.
De todos modos, Kirchner también firmó el decreto 527 con el que suspendió por 10 años el vencimiento de las licencias de los principales multimedios del país.
En el 2005, se declaró inconstitucional el artículo 45 de la ley dictatorial, gracias a la presentación realizada por la radio comunitaria La Ranchada de Córdoba. Así, las entidades sin fines de lucro comenzaron a tener licencias de radiodifusión.
De todos modos, Kirchner también firmó el decreto 527 con el que suspendió por 10 años el vencimiento de las licencias de los principales multimedios del país.
En
2007, ya en ejercicio de la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner recibió
a la Coalición por una Radiodifusión Democrática -formada por más de 300
organizaciones sociales, comunitarias, de derechos humanos y sindicales- la
cual expuso los 21 puntos básicos que debería tener la nueva ley de
radiodifusión.
Aquí,
la historia se frena.
El
dial queda metafóricamente en silencio a la espera de lo que sería su bifurcación
más importante y, sobre todo, la más esperada. Y ese silencio se llenó de miles
de jornadas, de talleres, de debates y de movilizaciones. De palabras como:
foros, diputados, Senado, democracia, Congreso y, la más importante… sanción.
La
nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue promulgada el 10 de octubre
de 2009. Hoy ya es un hecho y vamos caminando con paso firme.
Sin duda,
uno de los puntos más relevantes de la nueva Ley es el establecimiento de tres
tipos diferentes de prestadores en la radiodifusión: comerciales, públicos y
sin fines de lucro. El decreto de ley de la dictadura prohibía a las
organizaciones sin fines de lucro ser propietarias de medios de comunicación.
Es en este punto dónde damos un gran paso para que nuestro dial deje de ser un loop, una copia repetida de formulitas exitosas y vacías de todo.
Definir tres tipos de prestadores es abrir camino a la pluralidad, a distintas voces y opiniones, a un espacio donde todos podamos ejercer nuestro derecho a comunicar y comunicarnos, logrando así dialogar democráticamente en igualdad de condiciones.
Es en este punto dónde damos un gran paso para que nuestro dial deje de ser un loop, una copia repetida de formulitas exitosas y vacías de todo.
Definir tres tipos de prestadores es abrir camino a la pluralidad, a distintas voces y opiniones, a un espacio donde todos podamos ejercer nuestro derecho a comunicar y comunicarnos, logrando así dialogar democráticamente en igualdad de condiciones.
La reserva
del 33% del espectro radiofónico para sectores populares y organizaciones
sociales genera un puente para ese diálogo igualitario con sectores que han
sido históricamente excluidos y que representan esas otras miradas sobre la
misma realidad. Un 33% de espacio para contrarrestar a las frecuencias que funcionan
como empresas privadas con la misma música, los mismos efectos, los mismos
modismos de locución y, sobre todo, con los mismos intereses. Intereses que
colaboraron a la generación de ese loop que hoy intentamos, al menos,
apaciguar.
Otros
puntos de la nueva ley, como los que establecen un 30% de música nacional en
radio de la cual la mitad deberá ser música independiente (dejando así de estar
subordinados a lo que “hay que escuchar”) y el aumento del porcentaje de la
producción propia de cada medio, son otras de las herramientas que colaborarán,
también, en ir disipando ese loop.
Como
afirmó el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO): un nuevo modelo de
comunicación no se construye solamente con una nueva Ley, pero sin ella se
transforma en una tarea imposible. La construcción colectiva es una de las
claves más importantes para democratizar la sociedad.
El desafío estará, más que nunca, en hacernos dueños
de esos espacios, en sentirnos parte de ese dial, en construir en conjunto los
contenidos de ese bien público que es el espectro radioeléctrico, si
consideramos a la comunicación como un derecho humano y no como un negocio.
Frente a este panorama desde el que miramos esperanzados el
futuro no tan lejano de la radiodifusión argentina, me atrevo a decir que el dial
argentino ya no es un loop. Ya no es una copia funcional de nada ni de nadie. O
al menos estamos camino a eso. Ya no repetimos fórmulas porque tenemos nuevas
voces y nuevos espacios, donde la copia, el mensaje débil y los negocios no
tienen carnet de socio. Estamos logrando recuperar el tiempo perdido bajo una
ley nefasta, construyendo desde los nuevos sectores una comunicación para la
democracia y, lo que es mejor aún, estamos logrando más democracia para la
comunicación.
El dial suena a muchas cosas, cosas distintas que cada día y
con cada nueva construcción se asemejan más a la pluralidad.
El dial… el dial ya no es un loop. El dial suena a libertad.
6 comentarios:
piiiiiiiiiip jaja
Los comentarios anónimos serán eliminados. Por favor, identificarse.
Bueno, vas a tener que eliminarlos entonces. Primero leelos por lo menos.
jajaja yo leo TODO.-
Me alegro. Que bueno que te rías ... se hace mas ameno. Antes sonó a amenaza.
No pasa nada....viva la risa.
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