Fue un grupo de palabras. Ni siquiera recuerdo si con algún orden concreto. Palabras sueltas.
Palabras guerreras armadas hasta los dientes que llegaron a mis oídos.
Entraron.
Ellas habían encontrado el camino indicado. El camino que ignoré mientras eliminaba mis partes blandas. Y ahora?
Entraron dispuestas a eliminar lo que de mi quedaba. Me encontraron desprevenida.
Y empezaron, despacio… a comerme pedazos. Pedazos de eso que no se toca. Pedazos de lo único que me quedaba vivo.
Tomaron mi cerebro. Crearon imágenes siniestras. Destruyeron los pocos buenos recuerdos que en mi habitaban. A palazos vi como mi inocencia se convertía en añicos.
Tomaron mi habla. Y mis palabras comenzaron a ahogarme. Ya casi no respiro.
Tomaron mi motricidad. Y comencé a olvidarme de cómo se camina. Gateo. Me arrastro.
Tomaron mis ojos. Sólo pudieron nublarme la claridad porque ya estaban secos.
Están llegando al centro. Lo lograron. Se acercan, las siento. Me duele. Me quema.
Estoy dejando de ser.
Niebla.
Me arrastro y ya nadie me puede ver.
Y ahora?
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