Te escribo casi tiesa, con esta falta de elocuencia invernal.
Te escribo desde este lecho de la muerte que carcome desde abajo, lentamente pero sin parar.
Desde las entrañas mismas de este ecosistema que una Madama morbosa administra con sútil calidad.
Entran, salen, vuelven y se retiran nuevamente. Alborotan, rasgan, ríen. La Madama cobra.
A nosotros mucho no nos interesa. Sabemos que estamos sujetos a este lecho hasta que la "operación carcomer" finalice. Que haga lo que quiera si al fin y al cabo....
Y a pesar de esa aletardada espera del final, acá estoy, escribiendote. Porque es de noche, y la noche es amiga de la soledad... más cuando se está próximo al punto final.
Entoces escribo, mientras me carcomen. Te escribo mientras la Madama cobra...y ríe.
Esbozo estas palabras pusilánimes, resignadas a irse conmigo en ese carcomer, pero con la esperanza idiota de ser al menos un registro en tinta de esta noche fria. Fria y sola.
Hace frio. El frio duele.
Y sólo te quiero saludar.
"Hola".