13 junio 2012

¿El dial es un loop?


El término loop es un préstamo lingüístico del idioma inglés que, en el ambiente de la música, consiste en uno o varios samples sincronizados que ocupan uno o varios compases musicales exactos y son reproducidos a modo de enlazamiento en secuencia, una vez tras otra, dando sensación de continuidad.
Una y otra vez. Repetir, copiar, pegar.
Durante mucho tiempo, el dial y las radios argentinas fueron un loop. Una copia repetida, incansablemente, de modelos funcionales al poder o al mercado: dos palabras que poco tienen que ver con la comunicación concebida como un derecho humano.
El proceso de construcción de la frontera, tan indefinida, en la dicotomía dial/loop tiene una larga data y varios culpables. Desde la caída de Perón, las disposiciones de la dictadura militar de 1957 se encargaron de conformar un esquema televisivo/radial reinado por la iniciativa privada y de la mano de ésta, de explotación comercial. De aquí, el proceso pasa por otra dictadura, la del horror, la peor. El 24 de marzo de 1976 comenzó la dictadura más atroz de nuestro país, dictadura que controló el poder, la vida, la muerte y los medios de comunicación. El 15 DE SEPTIEMBRE DE 1980 se firmó el decreto 22. 285. Así, la dictadura militar selló la regulación de la radio y la televisión que, además, debió brindar la colaboración necesaria a favor de la seguridad nacional. Sólo pudieron tener licencia quienes tenían fines de lucro, y esos permisos se renovaron, automáticamente, por quince años con la posibilidad de ser prorrogados por diez años más. La Ley de Radiodifusión decretó que los canales de televisión existentes fueran manejados por las fuerzas armadas y el artículo 96 de la misma citó que el Comité Federal de Radiodifusión fuera dirigido por los Comandos en Jefe y la CIDE.
Todo lo que siguió es historia conocida y, sobre todo, jamás olvidada.
Tras las elecciones presidenciales de 1983, nuestro país comenzó un nuevo período democrático de la mano del radical Raúl Alfonsín. Una de las primeras medidas adoptadas, dentro del marco de las comunicaciones, fue la intervención del Comité Federal de Radiodifusión. En 1984 se suspendieron las entregas de licencias de televisión y radio que habían empezado a rodar con la Dictadura. Durante el gobierno de Alfonsín, muchos fueron los proyectos que dieron vueltas por el Congreso para la modificación de la Ley pero,  lamentablemente, y a pesar del impulso del Presidente para que esta modificación se lograra, no se avanzó demasiado.
En el año 1989, asumió la presidencia Carlos Menem. Durante su gobierno, caracterizado por un modelo neoliberal, se inició la era de la privatización en la Argentina, de la que, por supuesto, los medios de comunicación no estarían exentos. Nos encontramos, de esta manera, frente al nacimiento de los grandes grupos mediáticos y a la concentración del poder en pocas manos. Repetir, copiar, pegar. Este mismo año se decreta la ley 23.696, ley de Reforma del Estado. Ésta modificó aquellos artículos de la ley 22285/80 que prohibían la formación de grupos multimedios, ya que los poseedores de medios gráficos no podían ser, a la vez, dueños de medios de radiodifusión. Lo primero que se hizo fue llamar a licitación, a través de un decreto, para la privatización de los canales 11 y 13 de Buenos Aires. Así, Atlántida (socio del grupo TELEFE) y Clarín (socio de ARTEAR) se hicieron poseedores de estos canales, ingresando, también, al negocio televisivo. El único canal estatal que sobreviviría a estos cambios sería el 7 ATC.
Gracias al Tratado de Promoción y Protección recíproca de inversiones con Estados Unidos firmado en 1991, ingresaron capitales extranjeros a los medios argentinos. Con todo esto, quedó claro que la comunicación para el menemismo era un negocio. La concentración y la extranjerización de medios aumentaron cada vez más y,  la mayoría, lo hizo por fuera de la ley.
Meses antes de finalizar su gobierno, Menem firmó un Nuevo Decreto de Necesidad y Urgencia, el cual modificó la ley de radiodifusión, permitiendo hasta 24 licencias por persona o grupo. Habilitó cadenas permanentes y eliminó el límite de tiempo de publicidad por hora y autorizó la transferencia de licencias.
En 1999 asumió al gobierno Fernando De la Rúa quien suspendió las licencias tiradas a la marchanta en los últimos segundos del gobierno de Menen. Gran parte de estas licencias quedaron en manos del Grupo Clarín. Durante los siguientes dos años de gobierno, De la Rúa no logró presentar ningún proyecto para derogar la ley de radiodifusión de la dictadura o las reformas menemistas. Se fue en helicóptero y con él, una vez más, nuestras esperanzas de una nueva ley de radiodifusión democrática.
Luego de las cacerolas y de la revuelta popular en 2002, asumió el gobierno Eduardo Duhalde. Durante su corta presidencia, Duhalde persiguió a las radios sin fines de lucro que, como siempre, reclamaron el libre ejercicio de su legalidad.
En el 2003 obtuvo la presidencia Néstor Kirchner y los 21 puntos (que serían presentados en el año 2004) comenzaron a tomar forma en manos de organizaciones sociales vinculadas a la comunicación y a los derechos humanos.
En el 2005, se declaró inconstitucional el artículo 45 de la ley dictatorial, gracias a la presentación realizada por la radio comunitaria La Ranchada de Córdoba. Así, las entidades sin fines de lucro comenzaron a tener licencias de radiodifusión.
De todos modos, Kirchner también firmó el decreto 527 con el que suspendió por 10 años el vencimiento de las licencias de los principales multimedios del país.
En 2007, ya en ejercicio de la presidencia, Cristina Fernández de Kirchner recibió a la Coalición por una Radiodifusión Democrática -formada por más de 300 organizaciones sociales, comunitarias, de derechos humanos y sindicales- la cual expuso los 21 puntos básicos que debería tener la nueva ley de radiodifusión.  
Aquí, la historia se frena.
El dial queda metafóricamente en silencio a la espera de lo que sería su bifurcación más importante y, sobre todo, la más esperada. Y ese silencio se llenó de miles de jornadas, de talleres, de debates y de movilizaciones. De palabras como: foros, diputados, Senado, democracia, Congreso y, la más importante… sanción.
La nueva ley de Servicios de Comunicación Audiovisual fue promulgada el 10 de octubre de 2009. Hoy ya es un hecho y vamos caminando con paso firme.
Sin duda, uno de los puntos más relevantes de la nueva Ley es el establecimiento de tres tipos diferentes de prestadores en la radiodifusión: comerciales, públicos y sin fines de lucro. El decreto de ley de la dictadura prohibía a las organizaciones sin fines de lucro ser propietarias de medios de comunicación.
Es en este punto dónde damos un gran paso para que nuestro dial deje de ser un loop, una copia repetida de formulitas exitosas y vacías de todo.
Definir tres tipos de prestadores es abrir camino a la pluralidad, a distintas voces y opiniones, a un espacio donde todos podamos ejercer nuestro derecho a comunicar y  comunicarnos, logrando así dialogar democráticamente en igualdad de condiciones.
La reserva del 33% del espectro radiofónico para sectores populares y organizaciones sociales genera un puente para ese diálogo igualitario con sectores que han sido históricamente excluidos y que representan esas otras miradas sobre la misma realidad. Un 33% de espacio para contrarrestar a las frecuencias que funcionan como empresas privadas con la misma música, los mismos efectos, los mismos modismos de locución y, sobre todo, con los mismos intereses. Intereses que colaboraron a la generación de ese loop que hoy intentamos, al menos, apaciguar.
Otros puntos de la nueva ley, como los que establecen un 30% de música nacional en radio de la cual la mitad deberá ser música independiente (dejando así de estar subordinados a lo que “hay que escuchar”) y el aumento del porcentaje de la producción propia de cada medio, son otras de las herramientas que colaborarán, también, en ir disipando ese loop.
Como afirmó el Foro Argentino de Radios Comunitarias (FARCO): un nuevo modelo de comunicación no se construye solamente con una nueva Ley, pero sin ella se transforma en una tarea imposible. La construcción colectiva es una de las claves más importantes para democratizar la sociedad.
El desafío estará, más que nunca, en hacernos dueños de esos espacios, en sentirnos parte de ese dial, en construir en conjunto los contenidos de ese bien público que es el espectro radioeléctrico, si consideramos a la comunicación como un derecho humano y no como un negocio.
Frente a este panorama desde el que miramos esperanzados el futuro no tan lejano de la radiodifusión argentina, me atrevo a decir que el dial argentino ya no es un loop. Ya no es una copia funcional de nada ni de nadie. O al menos estamos camino a eso. Ya no repetimos fórmulas porque tenemos nuevas voces y nuevos espacios, donde la copia, el mensaje débil y los negocios no tienen carnet de socio. Estamos logrando recuperar el tiempo perdido bajo una ley nefasta, construyendo desde los nuevos sectores una comunicación para la democracia y, lo que es mejor aún, estamos logrando más democracia para la comunicación.
El dial suena a muchas cosas, cosas distintas que cada día y con cada nueva construcción se asemejan más a la pluralidad.
El dial… el dial ya no es un loop. El dial suena a libertad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

piiiiiiiiiip jaja

The voice inside your head. dijo...

Los comentarios anónimos serán eliminados. Por favor, identificarse.

Anónimo dijo...

Bueno, vas a tener que eliminarlos entonces. Primero leelos por lo menos.

The voice inside your head. dijo...

jajaja yo leo TODO.-

Anónimo dijo...

Me alegro. Que bueno que te rías ... se hace mas ameno. Antes sonó a amenaza.

The voice inside your head. dijo...

No pasa nada....viva la risa.