El mundo seguía funcionando.
Los bancos abrían a la misma hora. Los precios subían. Los niños crecían. El reloj caminaba.
Los mates, el sol, el humo, las charlas, las tardes, las noches…
Todo acontecía igual. Sin parar. Una y otra vez. La lógica del cosmos no se detiene ante nada.
Brookshire contempló esa magia. La estremecedora continuación del todo a pesar de….
Sonrió.
Estaba vivo.
Sonrió.
Estaba vivo a pesar de….y que hermoso era.
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